La vida es como una autopista, como una autovía en la que es imposible circular siempre a gran velocidad. Y entonces... un día, una semana, un mes, dos, cuatro... y un giro que te obliga a reducir la velocidad al mínimo.
Sinceramente dudo que el problema sea esa ruta o la calidad de la carretera. Se trata más bien de los erizos que hay en la carretera. Hay que evitarlos hábilmente, aunque su aparición llame la atención, despierte excitación y atracción. Este erizo antitanque de vivos colores es capaz de detenerte hasta el estupor a cualquier velocidad, ¡como si estuviera perplejo!
Pero aún hay una salida: ¡no necesitas tanta velocidad! No es necesario apresurarse y poner a prueba la vida, ni a uno mismo ni a nadie. Cada metro recorrido es una historia. Que sea feliz y real.