Alcanzar lo que quieres a veces no basta para ser feliz. Y no se trata de aferrarse a ello y conservarlo, ni siquiera de multiplicarlo. No es eso en absoluto, innecesario.
Cuando no hay respuesta, incluso en una superficie que dista mucho de ser plana, cuando está resbaladiza... puedes caminar mucho y con confianza, sin miedo a dar un paso cada vez. Pero incluso en una superficie perfectamente plana, sin altibajos, puedes destruir el barco en el que navegas.
Desgraciadamente, no existe una única decisión correcta, ninguna opción que evite la ruina y la remodelación. Una vez más, tampoco se conoce el resultado de ninguna decisión. La probabilidad de que fracase es igual a la probabilidad de que la elección sea perfecta. Por muy profunda que sea la raíz, demasiadas cosas te obstaculizarán, tú, por cierto, no eres una excepción: puedes obstaculizarte a ti mismo.
Es imposible planificar... si eres responsable de tus palabras. Si el resultado para ti es algo inequívoco y objetivo... sin chisporrotear.