La vida no son matemáticas. Me convenzo de este axioma una y otra vez, pero persisto en tratar de encontrar la fórmula que explique las reglas de la vida. “No funciona así” - una frase que solía decir a menudo sigue siendo válida hoy en día. No funciona así cuando la suma de las unidades materiales que se suman es igual a su peso total en términos materiales. Y es muy terrible si esto es exactamente lo que te ocurre.
Algo inexplicable sucede dentro de ti con sólo una palabra, un roce, una sonrisa y una broma oportuna. La maldita excitación placentera en tu interior es sustituida por el remordimiento con la frase “y yo qué”... Esta es la excitación competitiva que debe tener lugar en una relación entre dos personas. Categóricamente no según la fórmula 1+1+1=3. Isklbchgpo fórmula x+y+z=k, donde cada una de las incógnitas es absolutamente aleatoria y da en el blanco con la mayor precisión posible, pero al mismo tiempo ni “x”, ni “y”, ni “z” son partes de “k” .... no se acerca en absoluto. Tu “k” será único... ¡siempre!
El rigor inverso de tales fórmulas en la tristeza, donde x+y+z= un número. Algo concreto que tiene un precio, valor, peso u otra característica no emocional sino física/material. Incluso el mismo temido cero, no emocional ni material... sino malditamente vacío y sin alma, que no deja huella en el papel, en la memoria o en el corazón.
Deja que tu felicidad consista en incógnitas, porque sólo así no perderás el tiempo buscando esos ingredientes tan específicos de la felicidad, sino que empezarás a vivir, a disfrutar de todo lo que te sucede. La vida consiste en momentos que se acaban muy rápido e incluso tu dolor está a punto de convertirse en un quantum de tu pasado, así que no le des la importancia de algo global. Deja que todo lo que te da negatividad (subjetivamente) siga siendo ese quantum en tu vida, ¡y de los demás recogerás tu subjetiva pero increíblemente hermosa felicidad!